Los judíos eran una minoría dentro de la sociedad cristiana
medieval, lo mismo que los moriscos de los territorios conquistados por
los reyes cristianos. Constituían una sociedad dentro de otra sociedad,
la cristiana, que los acogía con recelo y los segregaba.
Estaban sometidos directamente a los reyes, que los “protegían” en
apariencia,
pero que los explotaban cuando necesitaban recursos económicos; en este
sentido, pagaban muy cara su protección. A los judíos no les estaba
permitida la posesión de la tierra ni su explotación; por este motivo
vivían en los núcleos urbanos.
En su composición social podían distinguirse tres grupos:
La desigualdad en las condiciones de vida de unos y otros grupos
provocaba tensiones en la sociedad judía, pues los sectores más pobres
recelaban de los ricos.