La aljama o judería
designa a la comunidad judía de una población. Es también una institución
mediante la cual se gobiernan sus miembros.
Se regía por estatutos aprobados por el rey y era autónoma en sus propios asuntos: mantenía el orden, recaudaba impuestos para sostener la sinagoga, los rabinos, la escuela y la beneficencia, la carnicería kosher y el cementerio. La presidía un Consejo formado por miembros de las familias destacadas de la comunidad. Ellos hacían cumplir sus estatutos y vigilaban la conducta religiosa y moral de todos sus miembros: si observaban las fiestas religiosas y se abstenían de trabajar en sabbat, si comían conforme a las prescripciones judaicas, etc. La aljama podía juzgar y condenar a los infractores a diversas penas, incluida la de muerte.
Generalmente, se ubicaban
cerca del castillo, de las propiedades del rey o del delegado del poder
real. Tenían una serie de rasgos comunes: viviendas que en su parte
inferior era taller artesanal, una agrupación de oficios por calles, un
mercado donde se vendían los objetos elaborados por sus artesanos…