EDUCACIÓN INTERCULTURAL ANTIRRACISTA

ACTO DE HOMENAJE A JUANA LOBO
ATENEO OBRERO
15 DE NOVIEMBRE DE 2018

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Acto de homenaje a Juana;
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IN MEMORIAM Juana Lobo Morán
Por Chema Castiello del Grupo Eleuterio Quintanilla

ADIÓS JUANA. HASTA SIEMPRE, AMIGA

Para los que estamos aquí, glosar la figura de Juana Lobo es un poco ocioso. Todos la queríamos y la admirábamos. Y cada uno, o una, seguro que tiene sus propios motivos para ello. De modo que todos los presentes queremos a Juana y nos duele y conmueve tener que despedirnos de una persona caracterizada por la humildad personal y por su compromiso social, por su inteligencia, su capacidad de diálogo, su empatía y simpatía.

Yo voy a hacer una pequeña valoración de lo que para mí supuso Juana -yo la llamaba siempre Juanita, en plan afectuoso, pero hoy me veo obligado a llamarla Juana, Juana Lobo- Voy a hablar de mi experiencia personal y espero que las referencias que voy a hacer las compartan mis compañeros y compañeras del Grupo Eleuterio Quintanilla.

No recuerdo bien cuándo conocí a Juana Lobo. La cosa vino poco a poco, como muchas cosas importantes en la vida. Coincidíamos aquí y allí, en encuentros a favor de una educación de calidad en la Plataforma Asturiana de Educación Crítica, en algunas fiestas organizadas por la Charanga Ventolín, en el Ateneo Obrero, en manifestaciones reclamando un mundo mejor, en el Café Gijón,…. Y poco a poco fuimos intimando. Y supe que procedía de Llanes, que tenía un montón de hermanos y hermanes, nueve y ella diez, una familia de las de antes, que había trabajado muchos años en Barcelona, en Nou Barris (por cierto, la constante presencia de gentes de Nou Barris en Gijón, en su casa, de visita, da cuenta perfectamente de la capacidad de Juana para hacer amigos del alma y cultivarlos, para querer y dejarse querer). También supe de su trabajo en el Centro de Adultos de Gijón.

Juana Lobo era una maestra comprometida y rigurosa. Preparada, pues era una lectora infatigable, y con capacidad de innovación, algo que en la enseñanza no es frecuente, no abunda, y, sin embargo, tiene una importancia crucial. Tengo varias anécdotas que explican su capacidad de innovar pero es suficiente con que os cuente la última que protagonizó con un enorme éxito: las clases de carnet de conducir.

Un día me sorprendió hablándome de las clases para inmigrantes que quisieran sacar el carnet de conducir. Me explicó las dificultades que para ellos suponía el examen escrito. Sabían conducir pero el teórico requería el dominio de la lengua castellana con un nivel que permitiera diferenciar calle, carretera, calzada, carril, carril de acceso, víal, vía, vía urbana, vía interurbana, autovía, autopista… No sigo que os canso y os sé inteligentes.

Y a ello se puso. Pero lo más gracioso es que ella no sabía conducir, no tenía ni idea del código de la circulación. Pero a Juana no se le ponía nada por delante. Lo estudió y puso en marcha una clase de teoría para el carnet de conducir en la Escuela de Adultos de La Calzada. Y aquello se llenó de gentes procedentes de Gijón y también de diversos lugares de Asturias, de Oviedo, de Avilés… Todos ellos inmigrantes.

Yo fui un día a verla. La clase abarrotada, sin sitio para más, con gentes de variadas procedencias que se manifestaban en los colores de la piel y en las formas de vestir. Y Juana, de pie, frente a la pizarra, explicando el código, el lenguaje, lo que significaban las palabras, cómo se escribían, moviéndose de aquí para allá, con esa viveza en la mirada y en el porte, esa piel morena… Y reinaba allí un silencio mágico. La gente ensimismada, escuchando, seducida, aprendiendo con gusto.

Esa era Juana, la profe. Pera estaba también Mama Juana, -Mamá África a decir de los senegaleses-, un referente para muchos inmigrantes que la conocían y a los que abría su casa y daba ayuda y cobijo si era necesario.

Así que la ausencia de Juana deja huérfanas a muchas personas. Y para el Grupo Eleuterio Quintanilla, fundado en 1994, supone otro duro golpe, porque hemos perdido ya a cuatro compañeros. Y hoy, que despedimos a Juana, la quinta, queremos tener un recuerda para todos ellos. Dijimos adiós a la maestra Rosalía Pérez en 1999, al profesor José Ángel Álvarez Cienfuegos en 2008, al orientador José Luis Testa Magadán en 2014 y a la profesora de Historia María Viejo en 2015. Y ahora, a finales de 2018 lo hacemos, con todo el amor y toda la admiración de que somos capaces, de Juana. Por cierto, a todos se los llevó el puto cáncer.

Juana se incorporó al Grupo de la mano de Cienfuegos. Coincidieron en adultos y se hicieron amigos íntimos, Juana, Aída y Cienfu salían con frecuencia y se los veía disfrutar de la conversación. Tras la muerte de Cienfuegos ellas reforzaron aún más su amistad y, entre otras muchas personas, Aida ha sido un apoyo importante para Juana durante su enfermedad.

Con la incorporación al Grupo de Juana pasamos de un conocimiento circunstancial, coyuntural, a una convivencia cotidiana que se prolongó durante cerca de veinte años.

Y Juana fue una persona muy importante para el Grupo. Reflexiva, trabajadora, generosa, animada siempre, con una cultura enorme. Su presencia fue decisiva cuando proyectamos hacer un trabajo sobre el Holocausto que dio lugar al libro “Pensad que esto ha sucedido. Guía de recursos para el estudio del Holocasuto”, a una exposición de 16 paneles cn el mismo título y, posteriormente, a un nuevo libro titulado “Sefarad, Identidad, convivencia y conflicto” sobre los judíos españoles y su expulsión en tiempos de los Reyes Católicos. Literalmente, se había leído todo lo publicado en castellano, tanto en ficción como ensayo. Su conocimiento nos introdujo en lo más importante de la Shoah.

Su colección de libros sobre estas materias nos dejaron asombrados. Lo tenía todo y fue nuestra guía bibliográfica. De modo que sus libros circularon por el Grupo y contribuyeron de manera decisiva a uno de los trabajos que mayor proyección nos ha dado. Por cierto, Juana, te alegrará saber que la exposición sigue circulando. En estos momentos está en el IES Gabriel y Galán de Montehermoso, en Cáceres.

Recuerdo muy bien cuando se puso enferma. Fue el 2 de enero de 2016. Me había comentado que se iba con sus amigas del alma, con Aída, con María y con Eze, y algunos más, a Lisboa a pasar unos días. Quedaron a cenar para celebrar el cumpleaños de Aída y ultimar detalles, pues al día siguiente se iban. Y tras la cena fue evidente que Juana no estaba bien, Y acabó en el hospital. El viaje a Lisboa quedó en suspenso y se sustituyó por un viaje tortuoso de consultas, pruebas, operaciones, terapias, incertidumbre…

Desde entonces, dos años y diez meses, Juana venía padeciendo un cáncer y luchando. Y también en esto fue singular. En ningún momento se rindió. Peleó con ahínco para vencerlo. Operaciones, ingresos, días negros… pero Juana resistía y convivía con los amigos haciendo escasas referencias a su enfermedad, quejándose muy poco o nada. Bien al contrario, la sesión vermout de los sábados en La Sastrería continuó infatigable. Y las visitas a los bares de su barrio cada vez que quedábamos, también. Siguió asistiendo a las reuniones del Grupo hasta que ya le resultó realmente imposible. Y se disculpaba por no poder llevar hechos “los deberes”. Y nos acompañaba al Jamonar a tomar un vino.

Hemos perdido a Juana. Pero con nosotros sigue y seguirá la admiración y el cariño que le profesamos y el que ella nos regaló.

Juana, sabes que te queremos y que seguirás con nosotros mucho tiempo. Ahora, descansa.

Concluyo anunciando la celebración de un homenaje dentro de un mes, en el Ateneo Obrero de Gijón. Se os comunicará oportunamente.

Muchas gracias por vuestra atención.

JUANA, TE QUEREMOS.

Chema Castiello, en representación del Grupo Eleuterio Quintanilla