COMENTARIO

 

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George Khan es el propietario de la típicamente británica fish and chips. Un paquistaní orgulloso de sus orígenes que emigró a Inglaterra en el año 1937. Gobierna a su familia con mano de hierro, actuando de forma autoritaria que llega, en ocasiones, a la violencia. Cree que está criando a sus siete hijos, conforme a su cultura, para que sean unos paquistaníes respetables. Olvida que están en Salford, norte de Inglaterra, en 1971. La esposa de George, Ella Khan, inglesa, a pesar de que ama e intenta honrar a su marido, también desea que sus hijos sean felices.

La película da comienzo con una procesión católica por las estrechas calles de ladrillo rojo de Salford. Los hijos participan en el desfile junto a Annie, una amiga de la familia. Evitan ser vistos por su padre dando un rodeo y cargando con unas imágenes que resultan totalmente ajenas a la cultura paquistaní. Se expresa así, de entrada, el conflicto que ilustrará todo el film.

Nazir es el hijo mayor y va a contraer matrimonio según el rito de su país. Pero, al llegar el momento de la ceremonia sale corriendo y abandona el domicilio familiar. George deja de considerarlo como un hijo, además del ultraje de la huida ante toda la comunidad hay que añadir su relación con Etienne François, un francés que tiene una tienda de sombreros.

La vida de la familia transcurre entre la feroz persecución que el padre hace de sus hijos intentando mantener los “valores” de su cultura: la religión musulmana, la lengua urdu, el aspecto físico, la circuncisión, la obediencia ciega al padre… y la vida real de los hijos que se debaten entre la falsa obediencia para que su padre no se enfade y la deleitación oculta de los placeres de la sociedad que les ha tocado vivir: comer salchichas, bailar, llevar el pelo largo, evitar las prendas de vestir musulmanas, salir con chicas “blancas”… La segunda generación da la espalda a la cultura originaria del padre.

Finalmente, el conflicto estalla porque George Khan concierta el casamiento de Abdul y Tariq con las hijas de Sr. Shah. Los hijos se rebelan sin llegar a someterse a la voluntad paterna y será la madre la que afronte definitivamente el conflicto enfrentándose a la familia Shah y a su marido. No consiente, sin embargo, que los hijos pierdan el respeto por George, pese a discrepar radicalmente con algunos aspectos de su cultura. Ella Khan, quiere que sus hijos sigan teniendo libertad de elegir. Por eso sigue queriendo compartir su té con George.

Más allá del grupo humano retratado en el film, su director O´Donell ha hecho referencia, en más de una ocasión, a que la problemática del film es muy común: la comprensión y las reacciones del público se extienden más allá de las fronteras. “Mucha gente nos dijo que esa era su vida. Incluso, nos llamaron de un periódico denominado El  Exponente Judío, que nos dijo: gracias por hacer una película muy judía. Así que ha tocado a mucha gente. Es lo que quería hacer. Quería hacer una película que afecta a las personas y eso es lo que ha pasado”.

 

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