COMENTARIO

 

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LA HIDRA RACISTA

Mississippi Masala (*) es una película de sencillo lenguaje y aire documental que nos introduce en algunas de las claves de la intolerancia. Todo comienza en 1972, cuando el dictador Idi Amin ocupa el poder en Uganda. Una de las primeras medidas que el nuevo régimen adopta es la expulsión de los extranjeros y especialmente de los profesionales y comerciantes asiáticos.

Instalados en África desde finales del siglo XIX cuando millares de coolies fueron traídos de la India por los ingleses para trabajar como peones en la construcción del ferrocarril que une Mombasa con Nairobi: el famoso "tren lunático". Con sueldos de hambre y sometidos a durísimas condiciones de trabajo, su epopeya constituye una de tantas páginas de la historia del colonialismo del pasado siglo, capaz de acometer las obras más singulares sin reparar en los costes humanos aparejados. Con el tiempo, los descendientes de aquellos primeros inmigrantes constituirán la base comercial e intelectual de Uganda, lo que no impidió su expulsión en número cercano a los setenta mil cuando Idi Amín se hizo con el poder.

Recordar aquella singular historia no carece de sentido en este caso, en la medida que el periplo de aquellos coolies se asemeja, en cierto modo, al realizado por la población africana esclavizada en América. Pese a un pasado de oprobios semejantes, el prejuicio racial enfrentará a los descendientes de unos y otros.

Los principales personajes de la historia forman parte de una familia de origen indio. El padre Jay (Roshan Seth), su esposa Kinnu (Sharmila Tagore) y la hija Mina (Sahira Nair que mudará con la edad en Choudhury) tras toda una vida de trabajo y relaciones en Uganda, traicionados hasta por sus más íntimos amigos, se ven obligados a abandonar Kampala. Con la independencia, África es propiedad de los africanos negros. Los últimos días de su estancia y el viaje al aeropuerto donde tomarán un avión hacia Estados Unidos, muestran el poco valor que la vida humana tiene en algunos momentos de exaltación patriótica.

Mediante una elipsis, la familia se nos presenta 18 años más tarde instalada en Misisipi. En el seno de una comunidad india, el padre mantiene la añoranza de su juventud en África e intenta recuperar sus posesiones a la vez que regenta un motel. La situación de añoranza y de vida multicultural que se nos presenta es sometida al contrapunto de una relación de amor entre Mina y Demetrius (Denzel Washington), un joven negro que se gana la vida con una camioneta en la que transporta los utensilios de limpieza con los que limpia las habitaciones del motel.

Los padres se oponen a la relación y ambos jóvenes huyen, dando lugar a una serie de situaciones entre cómicas y melodramáticas que ilustran el poso de intolerancia que acumulan, curiosamente, unas personas que no parecen haber aprendido de su propia experiencia vital. Una vez más, el cine trata el conflicto del amor negado por las diferencias de origen familiar, social, cultural o racial. Como en el caso de los amantes veroneses, el amor disolverá la prohibición y derribará las barreras que impiden su consumación, sin revestir en nuestro caso el dramático desenlace de Romeo y Julieta.

La mirada de Mira Nair, tras un guión elemental, ilustra un conflicto que con frecuencia viven las segundas generaciones de inmigrantes: el mantenimiento de las señas de identidad del grupo o la adopción de nuevos patrones, derivados de los nuevos contextos en que transcurre su vida. En este caso, unas nuevas relaciones quiebran los cánones previstos por los progenitores. Conflicto a la vez cruzado por la pertenencia de uno y otro protagonistas a clases sociales diferentes. Racismo y clasismo para manifestar uno de los problemas presentes en las sociedades multiculturales actuales.

El final feliz parece encerrar, como en las fábulas, una elemental moraleja: si la vida ha hecho a los viejos racistas, de los jóvenes cabe esperar que pongan fin al desatino. El amor parece una poderosa herramienta para lograrlo. En definitiva, una apuesta por el mestizaje. 


Tomado de Chema Castiello (2001). Huevos de serpiente. Racismo y xenofobia en el cine. Madrid: Talasa.

(*) Masala, nombre que reciben en la India una combinación de especias picantes de variados colores.

 

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