Fraile franciscano, confesor del rey castellano Enrique IV, rector de la universidad de Alcalá de Henares y obispo de Orense. En 1460 publicó “Fortalitium fidei contra Judæos, Saracenos aliosque Christianæ fidei inimicos”, argumentario contra los enemigos de la Iglesia: herejes, judíos, musulmanes y demonios. En ella denuncia el adormecimiento de la sociedad frente a los peligros de los judíos que blasfemaban contra Dios y de los musulmanes que vivían según modos diferentes. Su propósito es el establecimiento de una inquisición contra los conversos y la expulsión de los judíos. En el caso de los conversos se centra en el mantenimiento de la circuncisión, en el recurso a la astrología y en algunas desviaciones heréticas de la doctrina. En el caso de los judíos practicantes, en “Fortalitium fidei” analiza la historia de los judíos en unos términos cargados de desprecio y odio, y recoge con todo lujo de detalles sucesos truculentos que circulaban de boca en boca por la Castilla de la época: asesinatos rituales de niños cristianos, profanaciones de la hostia consagrada, etc. En 1461 propone a los frailes madrileños de la orden de San Jerónimo una actuación conjunta,, que éstos aceptaron. Poco después fray Alonso de Oropesa, general de los jerónimos, se presenta ante el rey y le convence de que los problemas que convulsionaban el reino estaban causados por la acción de judíos y conversos. Enrique IV acepta su propuesta de que los obispos se encarguen de perseguir las desviaciones doctrinales. Esto le pareció muy tibio a Alonso de Espina y los franciscanos continuaron con sus actuaciones radicales y fanáticas. En las décadas siguientes su obra sirvió en muchas ocasiones como fundamento de las acusaciones que los tribunales de la Inquisición en Segovia y Ávila dirigieron contra los sospechosos de judaizar.
Selemoh-Ha Leví, o Pablo García de Santa María, conocido como "El Burgense" (Burgos, hacia 1350-1435), poeta, erudito e historiador hispanohebreo, judío converso, consejero de Enrique III, escritor teológico y comentarista bíblico, obispo de Cartagena y de Burgos. Fue rabino mayor de la judería de Burgos, pero se convirtió al cristianismo en julio de 1390, coincidiendo con los más terribles asaltos a las juderías de toda la Edad Media. No habiendo querido convertirse su esposa, se separó judicialmente de ella y educó en el cristianismo a sus hijos, entre ellos el futuro humanista y obispo de Burgos Alfonso de Cartagena. Se orientó hacia la vida eclesiástica, estudiando teología en París y en Aviñón, ciudad donde residía el pontífice, quien lo promovió en 1395 a la dignidad de arcediano de Treviño. Enrique III lo propuso para el obispado de Cartagena (1401) y lo nombró su consejero y ayo del príncipe don Juan, futuro Juan II de Castilla. En 1407 es nombrado canciller mayor de Castilla. Fue también consejero del rey aragonés Fernando de Antequera. En 1415 fue elegido obispo de Burgos. Meses antes de su muerte fue nombrado patriarca de Aquilea, sucediéndole en la sede burgalesa su hijo Alfonso. Se fue apartando de la vida cortesana y en su testamento dejó todos sus bienes a los pobres. Scrutinium Scripturarum es una obra compuesta al final de su vida en la que expone de forma dialogada primero los errores de los judíos y los rebate, y luego explica los misterios de la fe cristiana.
(Valencia, 1350–1419) fue un fraile dominico valenciano, taumaturgo, predicador y filósofo. Conocido cariñosamente como "Sant Vicent el del ditet", debido a que, según leyendas populares, logró varios milagros alzando su dedo índice, siendo así representado en su iconografía; también es representado por "alas", porque está considerado como el "ángel del Apocalipsis", ya que él mismo se consideró un "legatus a latere Christi" y anunció en numerosas ocasiones la inminente llegada del Anticristo y el fin del mundo, tal como hizo, por ejemplo, en los varios sermones que predicó en la ciudad de Toledo en el año 1411. Era seguido por multitudes que lo acompañaban en sus itinerarios, entre ellas un séquito de flagelantes que se azotaban las espaldas como purga de sus pecados. Solía viajar subido sobre un asno y se alojaba en los conventos de frailes dominicos de las ciudades y pueblos en donde predicaba. Según estudios de expertos en historia medieval, Vicente Ferrer fue uno de los antisemitas más nefastos que existieron en España. Su lema era "bautismo o muerte". De los judíos, concretamente, dijo que son "animales con rabo y que menstrúan como las mujeres". La obra "La Fe triunfante" (Mallorca, 1691) del jesuita gerundense Francisco Garau, describe a Vicente Ferrer como aquel que descubrió que "los judíos tienen entre otros el más oculto y abominable oprobio pues les sale de la cara aquel exangüe olor y amarillez de su rostro" además de afirmar acerca de los mismos que "La señal de Caín está puesta sobre ellos y es el olor que exhalan". Entre otras acciones, se lo señala como impulsor del pogromo de 1391 en el barrio judío de Valencia, donde actualmente se ubica la plaza San Vicente Ferrer y también como responsable de la transformación de la Sinagoga Mayor de Toledo en la iglesia de Santa María la Blanca. Está documentado que, debido a sus predicaciones, una cantidad considerable de miembros de la comunidad judía debieron convertirse al cristianismo Su trabajo se vio facilitado por su conocimiento intenso del hebreo, las tradiciones y las Escrituras. Su lenguaje directo y claro llegaba al pueblo y le permitió que grandes multitudes le escucharan allí por donde pasaba. Vicente tuvo un trato especial con los convertidos, encargando su formación y educación en el cristianismo a personas seleccionadas, o como el converso musulmán Atmez Hannexa, que tomó el nombre de Vicente cuando se bautizó, del que se preocupó para que él y su familia tuvieran una pensión para su socorro y sustento, y pudiera predicar entre musulmanes y cristianos.
Arcediano de Écija en el siglo XIV, vivió en Sevilla, donde era muy respetado entre los cristianos por su piedad y la filantropía, y muy temido por los judíos, a quienes en sus sermones atribuye todo tipo de vicios. Sus soflamas antijudías alcanzaron tal virulencia que llevó a tomar cartas en el asunto tanto al rey de Castilla como al arzobispo de Sevilla, Pedro Gómez Barroso, que le pidieron en vano moderación. Sus predicaciones fueron el desencadenante del levantamiento antijudío más grave: se inició el 6 de junio de 1391 en Sevilla y rápidamente se extendió primero por el valle del Guadalquivir (Córdoba, Jaén, Montoro, übeda, …) y más tade por la Meseta sur (Ciudad Real, Cuenca, Huete, Madrid, Toledo, …) y otros territorios (Logroño, Valencia, Játiva, Barcelona, …). Hubo saqueos de las juderías con gran número de muertos y se realizaron conversiones masivas que originaron el comienzo de una numerosa comunidad judeoconversa. Entre muertes, huidas y conversiones, muchas comunidades judías, especialmente la sevillana, casi desaparecieron.