"Era viuda de rabí Ça. Esta mujer era una auténtica
matriarca, se ocupaba de mantener a sus hijos casados y a sus familias,
se preocupaba del negocio familiar, prestaba a los Reyes, posiblemente
continuando la actividad de su marido, manejaba las propiedades y
estaba presente en los asuntos judiciales. Urusol es un buen ejemplo de
viuda judía que contribuye activamente a la economía familiar y dirige
los negocios de la parentela1"
En el año 1485, entregó 60.000 maravedíes a los Reyes Católicos cuando
estaban en la campaña de Granada. Estos habían pedido dinero a los
judíos como contribución a la guerra. Una de las personas que
contribuyó fue esta mujer. Sin embargo, después del préstamo tuvo
diferentes problemas por los que ella se sintió agraviada, ya que pensó
que su contribución debería de haber sido tenida en cuenta.
En un primer momento, como podemos leer en Textos históricos, no
entregó toda
la cantidad de dinero mientras esperaba un documento que reconociese la
donación y le dejó una tercera parte a uno de sus hijos en depósito. La
autoridad encargada de recoger el dinero encerró en la cárcel al hijo.
Más tarde, "como consecuencia de la separación de barrios, Juan de
Zapata fue a Carrión a señalar el nuevo barrio de judíos y lo situó en
una zona muy apartada en calle donde no pasa gente ni se traen
mercadurías algunas; como la ley de Toledo prescribía que se fijasen
para el apartamiento los suelos e casas e sitios donde buenamente
puedan vivir e contractar en sus oficios con las gentes. Urusol tuvo
que litigar hasta que “dan licencia los Reyes en 1486 a la judía
Urusol, mujer de rabí Çag, para que pudiese seguir con su tienda, en lo
mejor de la villa, fuera de la judería, con la condición de que no
habitase en ella"2.
1. Fuente, Mª Jesús:
Identidad y convivencia. Musulmanas y judías en la España medieval.
Ediciones Polifemo, Madrid, 2010 pag. 72, 73
Alfonso VIII fue proclamado rey de Castilla en 1170, en un tiempo en el que se podría hablar de convivencia entre comunidades, sobre todo cuando hablamos de la ciudad de Toledo. Poco después de haberse casado con Leonor de Plantagenet, hija del rey de Inglaterra, dice la leyenda que el rey se enamoró locamente de una joven judía que podría llamarse Fermosa, aunque posteriormente la literatura la llamaría Doña Raquel. Se encerró con ella meses o años sin ocuparse de nada más. Como el rey estaba cometiendo graves pecados, adulterio y mantener relaciones con una mujer no cristiana, sus nobles consejeros decidieron asesinarla, acusándola de ser hechicera y de haber hechizado al rey. La Primera Crónica General no habla del asunto hasta finales del siglo XIII. El personaje, que podemos considerar entre histórico y de leyenda, aparecerá luego en diversas obras literarias.