El judaísmo señala un conjunto de animales impuros cuyo consumo está terminantemente prohibido, como es el caso del cerdo. La ley de Moisés cita como animales puros, entre los mamíferos, los que tienen la uña hendida y rumian; entre los peces, los que tienen espinas y escamas; y entre las aves, las no rapaces, las gallináceas, la paloma y la codorniz. Junto con el tipo de alimentos que están permitidos y prohibidos, el judaísmo determina el sistema ritual para matar a los animales y que su carne sea considerada Kosher (correcto, apropiado). Consiste es procurar la muerte instantánea del animal mediante el corte de las venas del cuello evitando el sufrimiento y garantizando la desangración total, pues la sangre es impura. La carne se somete a varios lavados para eliminar la sangre por completo. De ninguna manera puede mezclarse carne con leche, ni estar en el mismo frigorífico.
El cashrutEs la parte de los preceptos de la religión judía que trata de lo que los practicantes pueden y no pueden ingerir, basado en los preceptos bíblicos del Levítico 11. Tales reglas, interpretadas y expandidas a lo largo de los siglos, determinan con precisión qué alimentos se consideran puros, es decir, cuáles cumplen con los preceptos de la religión y cuáles no son kosher.
Usualmente se asocia la idea de cashrut con dos de las costumbres alimenticias de los judíos: la que establece que los cárnicos no deben ser consumidos al mismo tiempo que los lácteos; y la que prohíbe a los judíos comer carne porcina en cualquiera de sus formas (Levítico 11:7). Esta idea de lo que es kosher es sólo parcialmente correcta, pues el concepto en realidad es mucho más vasto y se extiende a prácticamente todos los alimentos y, ciertamente, a los mencionados anteriormente.
La etiqueta kosher
que reciben ciertos
productos alimenticios indica que dichos productos respetan los
preceptos de la religión judía, y que por tanto se consideran puros y
aptos para ser ingeridos por los practicantes de dicha religión.