No toda la comunidad judía reaccionó de la misma manera ante el edicto de expulsión en 1492. Las respuestas dependían del nivel social, la condición política o la creencia religiosa. A través de tres importantes personajes de la comunidad judía española de la época podemos observar estas distintas formas de abordar el edicto.
Abraham Senior fue un judío muy influyente en Castilla. Ejerció de recaudador mayor del reino durante el reinado de Enrique IV, de juez supremo de la comunidad de Segovia y Rabí de la Corte, o sea el jefe oficial y representante de los judíos de Castilla.
Para ver el favor del que gozaba en la corte basta saber que Isabel de Castilla le concedió una pensión de 100.000 maravedís y el título de Rabí de la Corte, así como el de Recaudador Mayor de Impuestos; lo que supondrá un regalo de 50.000 maravedís de las Cortes de Toledo.
Entre sus actuaciones destaca el haber favorecido el matrimonio de Isabel de Castilla y de Femando de Aragón, asunto en el que tuvieron una especial implicación los judíos de Cataluña y Aragón que animaron a los de Castilla a favorecer el enlace.
En 1483 acoge a Isaac de Abrahanel y lo asocia con su hijo en la recaudación de los impuestos. Los dos hombres ayudan a la pareja real durante la conquista del reino de Granada y, a tal fin, llegan a reunir al conjunto de las comunidades judías bajo su jurisdicción. Esto no impidió que a los pocos meses de su victoria, los soberanos firmaran el decreto de expulsión de los judíos (31 de marzo de 1492).
Don Isaac Abrabanel y Don Abraham Senior le suplicarán en vano a la reina que suspendiera esta decisión. Isabel de Castilla presionó especialmente a Abraham para que aceptara el bautismo y así influir sobre otros judíos sobresalientes en el campo de las finanzas, como don Isaac y don Yuça Abravanel o don Abrahem Bienveniste, que prefirieron el destierro.
Don Abraham Senior decide quedarse y convertirse y, junto al Rabí Mayr Relamed, recibe el bautismo con gran pompa en Guadalupe, el 15 de junio de 1492; los mismos reyes y el cardenal don Pedro González de Mendoza fueron sus padrinos, e inmediatamente quedaron integrados en la nobleza castellana porque los monarcas “diéronles por linaje Coroneles”.
El anciano Senior, ya Fernán Pérez Coronel, fue nombrado también miembro del Consejo Real, con voz y voto y salario de 30.000 maravedís anuales, así como contador mayor de cuentas del príncipe heredero, don Juan. Murió a los pocos meses. Una nieta de Abraham Señor, María Coronel, se casó con Juan Bravo, uno de los nobles castellanos dirigentes de la sublevación de los Comuneros de Castilla (1521).
Diego Susón (Susan), judío converso natural de Sevilla y acaudalado e influyente banquero de la ciudad.
La familia Susón eran descendientes de los judíos de Sevilla que pudieron huir después de la matanza de 1391. Al igual que otras familias judías se encontraron a su vuelta con los descendientes de los ejecutores de aquellos asesinatos masivos. Eran tiempos revueltos y los judíos habían sido tolerados por los cristianos viejos porque habían revitalizado la actividad mercantil de la ciudad.
Cuando en enero de 1481 se instala en Sevilla el Tribunal del Santo Oficio comienza ya a fraguarse el complot de los conversos para hacerse con el poder en la ciudad, que contaba además con el apoyo morisco.
La conspiración estaba formada por Diego Susón, cabecilla de la misma; Pedro Fernández de Venedara, mayordomo de la catedral; Juan Fernández de Alboslaya, letrado y alcalde de Justicia y Adolfo de Triana, entre otros.
Diego Susón vivía con su hija Susona Ben Susón, conocida en la ciudad por su hermosura como “la fermosa fembra”. Ésta, enamorada de un caballero cristiano de alto linaje, albergaba esperanzas a pesar de su condición de judía y mantenía su relación en secreto. Al tener noticia de la conspiración que se tramaba, con su padre a la cabeza, de atacar a los principales caballeros de la ciudad, alertó a su amante. Este no dudó en dar aviso inmediato al asistente de la ciudad, Don Diego de Merlo, quien se personó en la judería para acabar con la rebelión y detener a sus cabecillas. Entre ellos, evidentemente, se encontraba Diego Susón. Poco después fueron ahorcados en Tablada.
Repudiada por los suyos, por ser la causante de la muerte de su propia gente, y repudiada por su amante, la Susona buscó ayuda en la Catedral donde le dan la confesión y el bautismo. Termina sus días en un convento de clausura de la ciudad, asolada por la pena de haber sido ser la responsable de la muerte de su propio padre.
A la muerte de la Susona y tras abrir su testamento, se encontró en él escrito “Y para que sirva de ejemplo a los jóvenes en testimonio de mi desdicha, mando que cuando haya muerto separen mi cabeza de mi cuerpo y la pongan sujeta en un clavo sobre la puerta de mi casa, y quede allí para siempre jamás”.
Nació en Lisboa en 1437 en una de las familias judías más antiguas e ilustres de Sevilla y de allí escaparon los Abarbanel tras las persecuciones desatadas contra los judíos en 1391.
Fue poeta, además de un importante erudito religioso muy versado en la literatura rabínica, a la que dedicó sus primeros años de estudio. Junto con sus capacidades intelectuales, mostró un completo dominio de los asuntos financieros, lo que atrajo la atención del rey Alfonso V de Portugal, quien lo empleó como tesorero. Después de la muerte de Alfonso se vio obligado a renunciar a su cargo y su gran fortuna fue confiscada por decreto real.
Instalado en Toledo, su nueva residencia, se ocupó de los estudios bíblicos y en el curso de seis meses produjo un extenso comentario sobre los libros de Josué, Jueces, y Samuel. Poco después, entró al servicio de la casa de Castilla junto con su amigo el influyente Don Abraham Senior de Segovia, y desempeñó el cargo de arrendador de las rentas públicas. De estas recaudaciones y de su propia fortuna salieron las importantes aportaciones de los judíos en pro de la campaña bélica de Granada.
"Y me concedió Dios gracia (...) a los ojos de los príncipes que se sientan al frente del reino (…) y estuve próximo a ellos muchos días y me ocupé en su servicio ocho años, con riqueza y con honor que se les hace, y viviendo con ellos me afiancé en sus cortes y sus castillos (...) y me afiancé el honor de reyes y príncipes del país (...) fui la cabeza de todo mi pueblo, y se calmó como lluvia para mí; después de mis palabras no cambiaban" (Introducción al "Comentario a Reyes").
Llegado el Edicto de Expulsión de los Judíos en 1492, Isaac Abravanel y otras importantes personalidades como Abraham Senior reunieron una fuerte suma de dinero para ofrecer a los Reyes Católicos a cambio de la anulación del Edicto. Él mismo obtuvo tres audiencias con el Rey, durante las cuales intentó convencer al soberano de su anulación. Como resultado de la primera audiencia la publicación del Edicto fue temporalmente suspendida. Don Isaac rogó entonces a sus amigos cortesanos no-judíos interceder ante el Rey para lograr la cancelación definitiva pero fue denegada.
"Llamé a mis amigos, que ven el rostro del rey, para pedirles por mi pueblo, y los nobles se concertaron para hablar al rey con toda energía para que retirase los documentos de la ira y de la cólera y los pensamientos que había pensado contra los judíos para aniquilarlos" (...) "y como víbora sorda cerró su oído, no me respondió nada" (op.cit).
En su segunda audiencia, Don Isaac y Senior ofrecieron a Fernando 300.000 ducados de oro sin ningún éxito y ya en la tercera Don Fernando explica que la decisión no es sólo suya sino también de la Reina. Esperanzados, imploran a Doña Isabel clemencia y ayuda, pero la respuesta es una nueva evasiva: “Por voluntad de Dios el Rey decidió mantener vigente el Edicto”. Desde ese momento Don Isaac y Senior comprenden que el veredicto contra los judíos de España está definitivamente sellado. Será público en Granada el 31 de marzo de 1492.
Don Isaac decidió entonces salir de España con toda su familia,
mientras que Senior y la suya se convierten al Catolicismo. La
recompensa no se hizo esperar, pues Senior fue recompensado regidor de
Segovia, miembro del Consejo Real y Contador mayor del príncipe don
Juan, con el nuevo nombre de Fernán Pérez Coronel.
Isaac Abravanel decidió no dar la espalda a sus correligionarios y acompañarles en la amarga expulsión de la que consideraban su nueva tierra prometida, en la que habían convivido desde generaciones atrás con cristianos y musulmanes.
"Y marcharon sin fuerza, trescientos mil estandartes del pueblo dijo, yo entre ellos, desde joven a anciano, niños y mujeres, en un día, desde todas las ciudades del reino. Y yo también elegí su camino, el camino del barco, "en el corazón del mar"; y yo en medio del destierro vine [a Nápoles] con toda mi casa" (op.cit.).
En el puerto de Valencia, Isaac Abravanel embarcó con su familia, rumbo a Nápoles, donde el rey lo nombró su tesorero. Murió en Venecia y fue enterrado en Padua.
Fue poeta, teólogo y médico. Nació en Lisboa donde se había asentado su
familia tras huir de España, a donde regresó siguiendo la suerte de su
padre caído en desgracia al llegar al trono Juan II de Portugal. De
allí huyeron nuevamente como consecuencia del edicto de expulsión de
los Reyes Católicos, instalándose definitivamente en Italia, en un
ambiente de mayor tolerancia.
En Roma escribe Dialoghi d'amore, publicada póstumamente en 1535. Unos
años después (1594) con traducción del inca Garcilaso se edita en
español y ejerce
una enorme influencia en todos los platónicos españoles del siglo XVI.
Poetas como Juan Boscán, Garcilaso de la Vega, Fernando de Herrera o el
propio Cervantes elaboran sus doctrinas literarias del amor inspirados
por los Diálogos de amor. Para León Hebreo, el amor debe reunir tres
condiciones: el ser, la verdad y la bondad. Y así el objeto amado debe
existir, debe ser cierto y debe ser bueno.
No obstante, acabaría como tantas otras publicaciones en el Índice de
libros prohibidos del Vaticano. También escribe algunas composiciones
poéticas en hebreo, entre las que destacan una Queja contra el Destino,
una carta poética de 132 versos dirigida a su hijo, secuestrado y
bautizado a la fuerza por el Rey de Portugal Juan II.
Bibliografía consultada:
Ayoun, Richard y Vidal Séphiha, Haïm (2002). Sefardíes
de ayer y de hoy: 71 retratos. Madrid: Edaf.
Carrete Larrondo, Carlos ( ). Talavera de la Reina y su
comunidad judía. Notas criticas al padrón de 1477 1478. Texto en PDF.
Landero Quesada, Miguel-Ángel (2002). La receptoría y
pagaduría general de la Hacienda regia castellana entre 1491 y 1494 (De
Rabí Meír Melamed a Fernán Núñez Coronel). Madrid: Universidad
Complutense.
Méndez Bejarano, Mario (1914): Historia de la judería de
Sevilla. Sevilla: Editorial Castillejo.
Netanyahu, Benzion (1998). Don Isaac Abravanel Statesman
& Philosopher. Ithaca: Cornell University Press.
Pérez Sánchez, Dionisio (1992). Tolerancia religiosa y
sociedad: los judíos hispanos. Gerion, 10.
Para más información sobre La leyenda de la Susona véase:
http://www.sevillaen360.es/curiosidades-y-leyendas-de-sevilla.html
http://blue-fantasy.blog.com.es/2009/10/08/leyenda-de-susona-7127985/