Diego de Deza nació en Toro (Zamora) y cursó sus estudios
en la Universidad de Salamanca donde posteriormente se dedicó a la
enseñanza como catedrático de filosofía natural. En 1486 abandona sus
actividades académicas para ocuparse de la educación del príncipe Juan,
el único hijo varón de los Reyes Católicos.
Al año siguiente es nombrado por Alejandro VI obispo de Zamora. Durante
tres años el príncipe reside con él en el palacio obispal siendo Deza
quien comunique a los monarcas la enfermedad de don Juan. En octubre de
1497 fallece el príncipe y el obispo será su testamentario. En la corte
de don Juan, Deza conoce a Cristóbal Colón, con el que mantiene muy
buenas relaciones.
En 1498 será nombrado obispo de Jaén y Torquemada le propone como
inquisidor de Castilla y León, cargo que desempeñará junto al de
inquisidor de Aragón desde 1499. Al año siguiente es nombrado obispo de
Palencia y en 1504 ocupa la archidiócesis de Sevilla. Como Capellán
mayor y Gran Canciller de Castilla será nombrado testamentario de la
fallecida Isabel junto a don Fernando y Cisneros. Su intransigente
postura respecto a los conversos motivará que acuse a fray Hernando de
Talavera como judaizante. Cuando Talavera fue declarado inocente, la
posición de Deza quedó bastante dañada y en junio de 1506 debe
subdelegar sus poderes, acudiendo a la corte para responder ante Felipe
el Hermoso por algunas acusaciones.
La muerte del esposo de Juana la Loca será motivo de que Diego de Deza
ocupe de nuevo sus cargos, siendo sustituido por Cisneros al frente del
Santo Oficio al año siguiente (1507). Su último nombramiento será el de
Arzobispo de Toledo por parte del papa Adriano VI aunque Deza no llegó
a ocupar dicho cargo ya que falleció en el Convento de San Jerónimo de
Buenavista (Sevilla) en junio de 1523.
Inquisidor general de Castilla y Aragón (Valladolid, 1420 - Ávila, 1498). Procedía de una influyente familia de judíos conversos de Castilla; su tío, Juan de Torquemada, fue cardenal y prior de los dominicos de Valladolid. Tomás ingresó muy joven en la orden de su tío y llegó a ser prior del convento de Santa Cruz de Segovia. Fue confesor de varias personas influyentes de la corte de los Reyes Católicos, que le pusieron en contacto con la reina Isabel.
En 1483 fue nombrado inquisidor general con autoridad sobre todos los reinos de las Coronas de Castilla y Aragón, para poner fin al desorden que había reinado en la Inquisición española desde que se fundara en 1478.
Aunque no fue el primer inquisidor general, sí fue el verdadero organizador del Tribunal. Centralizó el Santo Oficio en torno al nuevo Consejo Supremo de la Inquisición, del cual fue primer presidente. Dictó las ordenanzas de 1484-85 y 1488, que crearon el procedimiento inquisitorial para perseguir a los herejes (mediante acusaciones anónimas, interrogatorio bajo tormento y penas que podían llegar hasta la hoguera).
Torquemada fue un riguroso perseguidor de toda disidencia religiosa, que llevó su celo ortodoxo hasta la crueldad. Convencido de la necesidad de la unidad religiosa, fue uno de los inspiradores de la expulsión de España de los judíos que no aceptaran convertirse al cristianismo (1492); y después aumentó el rigor en la persecución de los judeoconversos (a los que él mismo pertenecía), acusados frecuentemente de seguir practicando su religión en secreto.
Famoso arzobispo e inquisidor general, a la vez que destacado humanista
del Renacimiento. Nacido en la villa de Salas (Asturias) en 1483. En
1512 ingresó en el Colegio de San Bartolomé de Cuenca (Salamanca), del
que fue nombrado rector en 1519. Llegó a ser catedrático de Cánones en
la Universidad salmantina. Posteriormente, fue deán de la catedral de
Oviedo.
En 1524 se le nombró miembro del Consejo de la Inquisición y, poco
después, obispo de la diócesis de Elna-Perpiñán, en Cataluña, de donde
pasó al obispado de Orense. En 1532 se le concedió la Silla de Oviedo,
al tiempo que la presidencia de la Real Chancillería de Valladolid.
Tras ser obispo de León (1539) y Sigüenza (1540), fue presidente del
Consejo Real de Castilla y del Consejo de Estado, cargo este último que
simultáneo con el arzobispado de Sevilla y, sobre todo, con el de
inquisidor general, que empezó a desempeñar en 1547.
Como inquisidor fue el iniciador de la represión del reinado de Felipe
II. Obtuvo del papa Paulo IV autorización para condenar a la hoguera,
de acuerdo
con la Junta Suprema, a los luteranos dogmatizantes. Llevó a cabo los
Autos de Fe de Valladolid de 1559 y los de Sevilla en 1559 y 1560.
Pero a su defensa a ultranza de la ortodoxia católica hay que oponer la
labor de Valdés Salas en beneficio de la cultura y la educación. Fundó
en Oviedo, con sus bienes, la Universidad (1568), el Colegio de San
Gregorio («para estudiantes pobres que estudien gramática y latinidad»)
y el colegio de huérfanas Recoletas.
Publicó un Índice de libros prohibidos en 1559 y en 1561 en el que
incluyó obras de Erasmo de Rótterdam, Fray Luis de Granada, San Juan de
Ávila y San Francisco de Borja, entre otros. Redactó unas Instrucciones
al Santo Oficio, que se llevaron a la imprenta en 1612.
Fernando Valdés Salas falleció en Madrid en 1568. Fue enterrado en
Salas, en un extraordinario mausoleo esculpido en alabastro por el gran
escultor Pompeo Leoni y construido dentro de la colegiata que él mismo
hizo levantar. En su mausoleo se dice: «severo perseguidor de la
herética pravedad, y de la cathólica fe, vigilantísimo defensor, docto,
exemplar, clemente y liberal».